En nuestra búsqueda incansable de la felicidad, muchas veces caemos en la trampa de creer que está supeditada a momentos extraordinarios: un ascenso laboral, unas vacaciones, una gran celebración, la compra de una casa. Sin embargo, la verdadera felicidad no solo se encuentra en esos momentos trascendentales, sino que podemos sentirla en momentos cotidianas que a menudo pasamos por alto.

Y es que en medio de la rutina diaria y del ritmo tan apresurado que solemos vivir, no le damos el valor que tienen esos momentos simples que alimentan nuestra alma y que nos llenan de alegría. Sonrisas que recibimos, un rayo de sol en medio de un día frío, poder caminar y estar en contacto con la naturaleza, tomarnos esa tacita de café que tanto disfrutamos, compartir nuestra comida favorita con alguien a quien queremos, el abrazo sincero de un hijo, de un nieto… todos son regalos cotidianos que, una vez que los reconocemos y que los valoramos como tal, se vuelven extraordinarios.

¿Pero, cómo podemos construir nuestra felicidad?

Construir nuestra propia felicidad requiere una mentalidad y una actitud proactiva. Comienza con comprender que la felicidad no es un destino final, sino un viaje. Consiste en una elección diaria de valorar esos momentos y de encontrar alegría en lo que nos rodea.

A través de la gratitud

La gratitud es una pieza clave en la construcción de la felicidad. Al practicar la gratitud, comenzamos a ver la vida desde una perspectiva diferente. Apreciar las pequeñas cosas nos permite reconocer todo lo bueno que nos rodea constantemente. Esto, a su vez, nos ayuda a cultivar una mentalidad positiva y resiliente y a valorar lo privilegiado que somos.

¿Cómo puedes cultivar la gratitud en tu día a día?

Lleva un diario de gratitud: destina 5 minutos cada día para escribir tres cosas por las que te sientes agradecido. Pueden ser tan simples como recibir un whatsapp de un viejo amigo, ver un arcoíris… Intenta que cada día los tres motivos sean diferentes.

Practica la atención plena: aprende a vivir verdaderamente en el presente. Sé que no es tarea fácil, pero cuando eres consciente y lo intentas, puedes irlo consiguiendo. Cuando vives realmente en el momento, descubres todo lo especial de tu día a día.
Sé agradecido: expresar tu gratitud a quienes te rodean no solo mejora tus relaciones personales y mejora el ambiente, sino que también aumenta tu propia felicidad.

Ahora que sabes que la felicidad no se logra con grandes golpes de suerte que pueden ocurrir pocas veces en la vida, sino con pequeñas cosas que suceden todos los días, te invito a que mires tu vida con gratitud, a que comiences a valorar lo que eres, lo que has logrado, a quienes te rodean, donde viven, tu salud, tu educación, tu pasado, tu historia, el aire que respiras, el atardecer que te sorprende.

Recuerda que la verdadera riqueza se encuentra en los momentos simples, en las sonrisas, en los abrazos y en las experiencias alegres de la vida cotidiana.

¡Tu felicidad está en tus manos. Elige construirla diariamente para que tengas una vida plena!!!